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Lorena Aristizábal

Michi, te presento a mi jefe.jpg Michel GiraldoMiniaturasMiguel Ángel Bohórquez Figueroa

Fotografía capturada en Marinilla, Antioquia. Título: Michi, te presento a mi jefe.
Justificación: Con esta fotografía, se pretende escenificar con humorismo los beneficios, límites y retos que tiene el teletrabajo, uno de los temas más comentados, criticados, odiados y amados en la actual cuarentena. A continuación, describo la pequeña historia que está por detrás de la fotografía.
Día de la videollamada con mi jefe, en una de las reuniones más importantes de mi vida, ya que estaba en discusión mi ascenso como director ejecutivo, así que tenía que estar regio. Desperté temprano, planché mi blazer, corbata y camisa, del mismo modo, desempolvé mis boxer verdes de la suerte, fui a buscar las medias peludas de las que tanto gustamos mi madre y yo, y le pedí prestadas las pantuflas a mi abuelo, para evitar que mis pies se enfriaran con los 15°c de mi ciudad.
Todo preparado para una reunión perfecta. Estaba nervioso, me sudaban los pies y mi cabello estaba rebelde. Vi la notificación en mi celular “videollamada perdida de Jefe Albeiro”, no lo podía creer, mi celular estaba en silencio y no lo había percibido. Inmediatamente le devolví la videollamada a mi jefe, le pedí disculpas, y al comenzar la conversación su voz comenzó a entrecortarse, por lo que tuvimos que colgar.
Mis pies sudaban como caballo, me arrepentía de tener puestas las pantuflas del abuelo y las medias de mi madre, sin embargo, quería conservarlas por pura superstición, ya que al ser el nuevo director ejecutivo no importaría cuán sudados estaban mis pies, y desde luego, nadie se daría cuenta de ello.
Volvió a llamar mi jefe y le contesté rápidamente. Comenzamos a hablar de la misma forma como inician todas las videollamadas en esta cuarentena: “¿Qué tal la cuarentena?, ¿Cómo la vas con el encierro?, ¿Cuántas pijamas tienes?”. El hilo de conversación fue avanzando hacia lo que realmente me interesaba, pues comenzó a hablar de mis logros, cualidades y tiempo aportado a la empresa. Justo cuando mi jefe comenzó a abordar el tema de mi anhelado ascenso, comencé a sentir una cola de pelos sobre mi cabeza, con un suave ronroneo. Sí, era Michi, ya no tenía más cuido y había olvidado por completo comprarlo, a pesar de haber puesto una recordatorio en la nevera. Me puse más nervioso de lo que estaba, no sabía como reaccionaría mi jefe y lo único que se me ocurrió decir fue: “Michi, te presento a mi jefe”. Para mi fortuna, él simpatizó con Michi y soltó una carcajada, pero para mi infortunio, mi jefe resultó ser un amante compulsivo de los gatos, así, mi querido jefe olvidó el tema de mi ascenso y la reunión de trabajo se convirtió en una tertulia de gatos.