Este joven se gana la vida vendiendo confites en los buses de la ciudad, la primera vez que se montó a un bus sintió vergüenza pero con el tiempo esa vergüenza se transformó en dignidad, la dignidad de ganarse el pan honestamente.
Este joven se gana la vida vendiendo confites en los buses de la ciudad, la primera vez que se montó a un bus sintió vergüenza pero con el tiempo esa vergüenza se transformó en dignidad, la dignidad de ganarse el pan honestamente.