Quieto pa´ la foto - Exposición de fotografías y cámaras antiguas


Septiembre 11 a Octubre 15 de 2019
  • Exposición de cámaras antiguas
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Apuntes sobre el retrato y la fotografía

Antes de la invención del espejo en 1835, si alguien quería ver cómo era su cuerpo o su rostro debía utilizar discos metálicos de cobre, bronce, plata y oro muy pulidos, o acudir, como el narciso de la leyenda griega, a mirarse en la superficie del agua reposada. Solo los poderosos y adinerados podían encargar estos artefactos a artesanos hábiles para pedirles que realizaran sus efigies o retratos en pinturas, relieves, esculturas en mármol, bronce u oro, o para acuñarlos en monedas.

En el siglo XIX Niépce y Pierre Daguerre consolidan varios desarrollos previos de química, óptica y la tecnología de cámaras que, luego le permitieron a Daguerre desarrollar los procesos químicos para fijar la imagen sobre una superficie de plata pulida, que denominó daguerrotipo, invento de la fotografía que presentó ante la Academia Francesa de Ciencias, en 1839. Este mismo año, Hippolyte Bayard descubrió la manera de obtener imágenes positivas directamente sobre papel y, en 1841, William Henry Fox Talbot patentó el calotipo, primer procedimiento negativo/positivo, que facilitó la multiplicación de una misma imagen fotográfica.

La evolución posterior de la tecnología de la cámara y su óptica (lentes), junto con el descubrimiento de materiales, sustancias y procesos químicas que agilizaron la toma y revelado de las imágenes, permitieron reducir los costos y los tiempos de producción de una imagen fotográfica, hasta llegar a la instantánea. Esto hizo posible que la fotografía se popularizara cada vez más y estuviera al alcance de todos los grupos sociales, como la cámara analógica Kodak de carretes de película en rollos, que antecedieron a las cámaras digitales, como las que hoy tenemos en los celulares.

La motivación para tomar fotos y hacer retratos varía de persona a persona, y a través del tiempo. Hace parte de nuestra cultura visual moderna. Responde a necesidades individuales, sociales e ideológicas relacionadas con la afirmación de la identidad, que se fija en un retrato o en una selfi; con el recuerdo, cuando se captan las personas, entornos y momentos vividos, en un afán de trascender el instante y “eternizarlos”; con las necesidades de expresión, cuando acudimos a la fotografía para crear, recrear e interpretar el mundo que nos rodea; con la comunicación, cuando participamos a otros de nuestras percepciones, emociones y sentimientos; y con la publicidad y el marketing, cuando exhibimos y ofrecemos bienes y servicios.

Una fotografía es más que un testimonio: es una interpretación creativa de lo que somos y del mundo en que vivimos.

Diego León Arango Gómez.